Guille llegó a mi vida junto a su hermano Tico, y desde el principio supimos que era el más aventurero de los dos. Fue él quien, con sus pequeños maullidos insistentes, nos guió hasta el lugar donde ambos estaban abandonados. Desde ese momento, su carácter decidido y valiente quedó claro. Con tan solo unas semanas de vida, Guille ya había demostrado ser un luchador nato, siempre dispuesto a tomar la iniciativa, mientras Tico lo seguía con su calma característica.

Aunque en un principio no pudimos evitar encariñarnos con ellos, la intención era encontrarles un hogar. Pero, como suele ocurrir en estas historias, Guille y su hermano se quedaron para formar parte de nuestra familia. Con el tiempo, Guille reveló una personalidad única: es un gato cariñoso y dulce, que adora estar cerca. Me despierta cada mañana, con una puntualidad casi perfecta, dándome cabezazos a las 7:30 h como si fuera su forma de decir «¡Es hora de empezar el día!».

Le encanta jugar con cuerdas, o con cualquier cosa que se le parezca. A veces, incluso se divierte con mechones de mi pelo, aunque esto me obliga a regañarle. Pero, ¿cómo enojarse con un ser tan lleno de amor? Guille es el reflejo de la ternura y el compañerismo. No solo me sigue por toda la casa, sino que se ha convertido en el amigo inseparable de Robin, nuestro perro. Ambos juegan, descansan y se acompañan mutuamente en un vínculo que nunca deja de sorprenderme.

La partida de Tico fue dura para Guille. Era su compañero de juegos, su cómplice, y tras su pérdida, Guille quedó desorientado. Lo noté los primeros días, cuando buscaba a su hermano y se extrañaba de no encontrarlo. Desde entonces, intento darle todo el amor, la atención y los mimos posibles para llenar ese vacío que dejó Tico. Guille, con su carácter valiente y afectuoso, ha seguido adelante, y su fortaleza me inspira cada día.

Este retrato de Guille es un tributo a su dulzura, a su energía y a la esperanza de que podamos seguir compartiendo muchos años más juntos. Porque aunque es joven, su historia ya ha sido intensa y profunda, y no puedo evitar soñar con todo lo que nos queda por vivir.